CUARESMA: CAMINO
HACIA LA PASCUA
Un año más, con el
rito de la Ceniza, entramos en Cuaresma, el Miércoles de Ceniza; este año el 6
de marzo. La Iglesia, acompañados por la liturgia, nos propone 40 días de escucha
de la Palabra, de oración, de desierto y ayuno en el seguimiento de Jesús, que
se retira al desierto para orar y ayunar. Jesús sabe que el acontecimiento
central de su vida se avecina y quiere prepararse desde el interior, en unión
con su Padre. Jesús se prepara al gran acontecimiento de su vida desde la
vivencia filial de Hijo, totalmente abandonado en las manos de su Padre. En el
evangelio, vemos que Jesús se retira a solas a orar en los momentos de tomar
decisiones importantes en su vida pública. Él nos enseña la importancia de la
oración solitaria en unión con su Padre, el amor y la confianza filial. La
oración es buena consejera para discernir y tomar las decisiones a la luz del
Espíritu. Además la oración fortifica el espíritu para llevar adelante la obra
que se nos confía. La oración es luz y fortaleza para el cristiano.
La Cuaresma es un
camino que nos conduce a la Pascua, el acontecimiento central de los
cristianos. Todos estamos llamados a prepararnos para celebrarla en toda su
plenitud. Pascua, paso, cambio de vida, conversión evangélica. Si así vivimos
la Cuaresma también viviremos con gozo el Misterio Pascal.
La Cuaresma es,
ante todo, una experiencia interior, mística. La Cuaresma va orientado a la
transformación del corazón, a ese renacer de nuevo, a pasar de la muerte a la
vida. Dice el papa Benedicto: “Con la imposición de la ceniza renovamos nuestro compromiso de seguir a
Jesús, de dejarnos transformar por su misterio pascual, para vencer el mal y
hacer el bien, para hacer que muera nuestro "hombre viejo" vinculado
al pecado y hacer que nazca el "hombre nuevo" (Ef 4,22s) transformado
por la gracia de Dios”[1].
Este es el verdadero sentido de la Cuaresma: dejarnos engendrar de nuevo por la
acción divina del Padre que nos ama y quiere que renazcamos a la vida por los
meritos de su Hijo, muerto y resucitado por la salvación del mundo.
La Cuaresma lejos de ser un tiempo de tristeza, todo lo contrario, la
Cuaresma es tiempo de gracia que se orientada hacia el futuro, es decir, hacia
la Pascua, que es la alegría y gozo sin fin. Desde esta vivencia “podemos caminar, de pascua en pascua, hacia
el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio
pascual de Cristo: «Pues hemos sido
salvados en esperanza» (Rm 8, 24)”[2].
(Papa Francisco).
Hemos de decir que la Cuaresma no es un tiempo de “folclore turístico”,
la Cuaresma es algo más que las procesiones, cofradías, tambores etc.… Sí, todo
puede ser un medio para transmitir el verdadero mensaje, si ello se vive desde
la fe, desde la fraternidad, con un corazón contrito y renovado; pero la
Cuaresma es algo más profundo, más místico y bíblico que todo lo exterior, que
todo el arte que se pasea por las calles en las procesiones. El arte puede ser didáctico, evangelizador; pero si damos el salto de la representación al
misterio.
Me atrevo a decir que estamos
llamados a actualiza de manera creativa, en nuestras comunidades parroquiales, la
manera de vivir la Cuaresma, dejando muchos ritos y prácticas “piadosa”, sin
ningún sentido para las nuevas generaciones, centrándonos en lo esencial del
misterio: en la Palabra encarnada que es Jesucristo. En él debemos poner
nuestra mirada y nuestro corazón para seguirle y, con su ayuda, encarnar su
propio compromiso y estilo de vida. Compromiso que lo llevó a la cruz, a morir
como un malhechor, y todo ello por puro amor y entrega incondicional, para
salvar al género humano.
Uno de los mensajes de Cuaresma es
aprender amar como somos amados por Jesús. Si realmente vivimos este amor, una
esperanza se abre cara un mundo nuevo, más humano, más justo y fraterno, donde
podamos vivir la fraternidad universal de la que el papa Francisco habla
frecuentemente.
El proyecto de Jesús es comenzar aquí
y ahora el “reino de Dios”. Toda la vida de Jesús está orientada hacer presente
y estable el reino de Dios. ¿No fue esto una de las razones de su condena? Vivir
la Cuaresma nos lleva a encarnar el proyecto de Jesús en el mundo que nos toca
vivir, a ser sus discípulos, a proclamar evangelio. Llevar el evangelio a la
vida es el proyecto de Dios para el cristiano, para su Iglesia y para toda la
persona de buena voluntad.
Que el Espíritu Santo nos acompañe
durante estos cuarenta días, que nos llevan a la Pascua, y la podamos celebrar
desde la alegría de sentirnos resucitados y salvado en Cristo.
Sor Carmen Herrero
[1] Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013. Audiencia general
del 17/02/2010 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana).
[2] El mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2019