“Envejecer
es como escalar una gran montaña;
mientras
se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más
amplia y serena”.
(Ingmar Bergman)
Desde que se nace, se comienza a avanzar en edad. Esto es una ley
natural. La autenticidad y profundidad de la persona comienza desde la
infancia. Desde la infancia la persona se va construyendo. Y, tristemente, se
educa, en general, mas para “hacer” que para “ser”. Siempre, pero a cierta edad
de la vida, la esencia de la persona radica plenamente en el ser. El hacer se
deja para las nuevas generaciones, que lo necesitan y lo pueden hacer mejor.
Saber dar el paso a los jóvenes desde esta conciencia y disposición interior,
¡es importante! Esta disposición lleva a vivir en libertad y armonía con mi ser
más profundo; a habitar mi tierra profunda, mi yo más intimo. Y es desde esta
conciencia como se vive con gozo la propia edad, con todo lo que ella conlleva
de riqueza, pobreza y limitaciones.
En el transcurso de la vida hay un tiempo para todo, y cada
etapa conlleva sus propias exigencias y responsabilidades. Pero al llegar a la
avanzada edad, si las etapas anteriores se han vivido desde la madurez, es
decir, desde la entrega, el servicio, el don para el bien de los demás y la
responsabilidad; todo será más fácil en el atardecer de la vida. El “caudal”
adquirido es tal, la sabiduría y la experiencia de vida tan enriquecedora, que
en adelante puede decir que vivo de “rentas”. Ahora bien, esas rentas no son
para guardarlas para sí, sino para seguir compartiéndolas con las nuevas
generaciones, tejiendo unidos la historia de la Humanidad, el patrimonio más
rico y bello que pode tener un pueblo son las personas mismas.
En la avanzada edad las fuerzas físicas disminuyen, la energía y
dinamismo no es el mismo; todo se realiza a paso lento, con un ritmo más bien
pausado, acompasado, armonioso, melodioso; se terminó el ritmo estridente,
rápido y a veces discordantes; para dar paso a otro, mucho más lento y
armonioso. En la avanzada edad se da una belleza que ni la persona misma ha
llegado a descubrir, y mucho menos los que la rodean. Aprender a vivir la
belleza de las distintas etapas de la vida es señal de madurez, de un buen
equilibrio mental, humano y espiritual.
Las notas de la avanza edad son más armoniosas, porque la vida
ha ido modelando el ser más profundo de la persona, redondeando las esquinas y
picos que hacían que la vida reprodujese muchas notas discordantes, rompiendo
la armonía, el equilibrio y la belleza de la pieza. Pues la vida es como una
partitura de música que aprendemos a reproducir las notas a lo largo y ancho de
nuestra existencia. La nota esencial de la vida será la muerte, asumida desde
la libertad de la vida. El consentimiento a que soy una creatura finita, es el
acto de mayor libertad.
El mensaje de la avanzada edad debe de ser la armonía interior, de
donde brota la paz, la serenidad, la comprensión, la tolerancia y el verdadero
amor. La avanzada edad permite a la persona amar en verdad y sin miedos. El
mundo necesita de las personas mayores, las cuales son referencia, para las
nuevas generaciones, igual que las personas mayores necesitan de los niños y de
los jóvenes para guardar la frescura de lo que ellas fueron un día: también niños
y jóvenes. El día que la sociedad comprenda que las distintas generaciones se
necesitan y se complementan, aquel día será posible el comienzo de una nueva
sociedad unificada, armoniosa, bella, alegre y fraterna.
La libertad es un don de la avanzada edad. Un fruto que va
madurando en el transcurso de la vida y que se recoge con gozo y alegría al
atardecer de la vida, como quien se encuentra con un gran tesoro. La libertad
es el tesoro más extraordinario que la persona puede adquirir. Dios no ha
creado para la libertad, para esa libertad interior que siempre lleva a obrar
el bien y a amar en plenitud, sin miedos. A obrar con justicia y equidad, a ser
lo que realmente soy sin caretas, sin armadura que me desfigure. La libertad va
unida a la autenticidad, a la verdad.
La mentira es el peor enemigo de la libertad. No hay libertad
fuera de la verdad. La mentira es el peor enemigo de la libertad. “La verdad os
hará libres”. La mentira es la esclavizadora numero uno de nuestro tiempo, la
que realmente ata las manos y los pies y paraliza completamente a la persona, por
mucho que ella se mueva… Optemos por la verdad que es lo mismo que vivir la
libertad.
En la edad avanzada, hay capacidades, fuerzas y energías que van
disminuyendo, esto es una ley biológica que hay que asumirla con naturalidad,
mucha serenidad y realismo. Sin embargo, en la avanzada edad se posee un
“patrimonio” un caudal, que da seguridad, paz, confianza y gozo de la misión
cumplida. Con la edad madura todo se va unificando, para vivir en la paz, la
libertad y amor.
“El
éxito de la eterna juventud está escondido en el único lugar en donde a nadie
se le ocurre buscar, en nuestro interior” (F. Javier González Martín).
Sor Carmen HERRERO
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