OH, DIOS, TODOS SOMOS TUS HIJOS AMADOS
Oh, Dios,
Creador del Universo y de la Humanidad.
Todos venimos a
ti como a nuestro único Creador.
Los hindúes te
llaman Ohm, que significa el todo Poderoso,
los judíos te
llaman Yahveh,
los cristianos
te llaman Padre,
los musulmanes
te llaman Alá.
Tú eres el Padre
bueno y misericordiosos de todos tus hijos, aunque te invoquemos con nombres
diferentes.
Todos somos
hijos tuyos y formamos la misma familia universal, que es tu Creación, la
hechura de tus tiernas y delicadas manos.
Padre, tú eres
el Arpa, y nosotros somos las diferentes
cuerdas de esa arpa que no siempre reproduce notas armoniosas y afinadas; pero
seguimos siendo tus cuerdas, tu pertenencia, en ti estamos injertados, asidos.
Concédenos la
gracia de vibrar al unísono, de no ser notas discordantes, que rompan la
belleza y la armonía de tu Amor creador, de tu Amor bondadoso y misericordioso.
Y que la paz, la
justicia, la unidad y fraternidad reinen en nuestros corazones y entre todos
tus hijos, creados a tu imagen y semejanza, y así un mundo más humano y divino
sea posible.
Somos
diferentes, pero tu paternidad divina nos reúne y nos hermana. Tu encarnación
es para todos, a todos has venido a salvar.
Debemos de
sentirnos hermanos, que necesidad los unos de los otros, para construir un
mundo mejor, más humano, más justo; desechando de nosotros los prejuicios, recelos
y miedos que crean barreras, nos paralizan y nos alejan los unos de los otros.
Ayúdanos a tomar conciencia de nuestra filiación divina, de nuestra paternidad
común la cual debe llevarnos a sentirnos hermanos, a vivir la fraternidad universal.
Urge construir
una sociedad donde reine la libertad y el respeto a las diferentes maneras de
vivir la fe en ese Ser supremo, tal
y como cada religión lo concibe.
Siendo todos,
hijos tuyos, y miembros de la misma familia Universal, ayúdanos a sentirnos hermanos
los unos de los otros, mensajeros de tu Paz, de Unidad y Fraternidad. Sembradores
de reconciliación y de esperanza, con la certeza de que
un mundo más justo y más bondadoso es posible, si cada uno se empeña en la
construcción de una nueva sociedad donde el amor y la verdad se hagan realidad.
“Vivir en verdad”, es urgente. La mentira arruina la conciencia del ser humano
y de toda sociedad.
Cada persona es
una piedra viva en la construcción de la sociedad, cada una es única e
indispensable en esta tarea común de construir un mundo distinto del que nos
toca vivir; de un mundo más humano donde los valores fundamentales sean
visibles, vividos y respetados.
¡Qué bueno sería
que la economía estuviese al servicio de todos, para el desarrollo de los
países más pobres y personas más necesitadas. Y que los políticos viviesen su
cargos como un servicio, como una entrega al pueblo que les ha elegido para la
misión que desempeñan, o debieran desempeñar.
A los
gobernantes de las naciones dales, Señor, la inteligencia y la sabiduría que
les lleven a respetar, proteger y consentir a las diferentes creencias de los
ciudadanos que son la riqueza de un pueblo, el patrimonio más precioso y
“sagrado”, el cual merece un cuidado y respeto especial.
Querer borrar
las creencias o reducirlas al ámbito privado, es una destrucción, y esta
destrucción regenera represión, odio, venganza, guerras y muerte. Los políticos,
¿aprenderán un día a reconocer y respetar lo que realmente constituye la razón
del ser humano? Desde los tiempos remotos las personas se han mostrado religiosas
y creyentes. ¿Por qué oponerse con tanta saña a esta realidad grabada profundamente
el ser de toda creatura?
Tengamos la
esperanza de que un mundo mejor es posible, donde cada ciudadano pueda vivir en
armonía consigo mismo, con sus creencias y con sus hermanos en humanidad;
reproduciendo una misma y bella pieza musical en colaboración por el bien de
todos, donde suene con brío y armonía los acordes de la tolerancia, la
justicia, la paz, la amistad, la igualdad y la fraternidad. Deshechando la
violencia, del tipo que sea, las gueras que tanto dolor humano generan.
Pero tengamos en
cuenta que “quien te creo sin ti, no te salvará sin ti” (san Agustín).
Tu colaboración
y la mía es necesaria, urgente, indispensable. Entonces, ¡pongamos a la obra
sin tardar! El mundo grita para que surjan hombres y mujeres constructores de
paz, tolerancia, concordia y fraternidad.
Y termino con el
canto de “Santa María del Camino” de
Juan Antonio Espinosa.
“Aunque te digan algunos que
nada puede cambiar,
lucha por un mundo nuevo, lucha
por la verdad.
Aunque parezcan tus pasos inútil
caminar,
tú vas haciendo caminos otros
los seguirán.”
* * *
Carmen Herrero
Martínez
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